El senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, del Centro Democrático, fue uno de los primeros en reaccionar. Desde su cuenta de X, recordó que el mandatario había elogiado públicamente su estrategia sanitaria en noviembre de 2024, durante un evento en Tolima, donde sostuvo que “la atención primaria en el territorio” y la “vacunación masiva” habían frenado la expansión del virus.

Petro afirmó entonces que la situación estaba controlada gracias a sus equipos médicos desplegados en terreno.

Sin embargo, el reciente anuncio del propio presidente sobre la inminente declaración de emergencia económica y sanitaria contradice de forma contundente sus afirmaciones previas. Uribe Turbay lo acusó de engañar a la ciudadanía: “Petro miente y vive de discursos que no le sirven a Colombia. Hoy busca culpables, cuando el único responsable es él, su ineptitud y sus nefastas reformas”, expresó.

También el representante a la Cámara Andrés Forero cuestionó duramente al jefe de Estado, recordando que apenas dos semanas antes, durante un Consejo de Ministros televisado, Petro había afirmado que ya no se registraban casos de fiebre amarilla en Tolima gracias al mismo modelo preventivo que hoy, evidentemente, ha fallado. En esa intervención, el presidente llegó a decir que la estrategia sanitaria del Gobierno había funcionado y que su éxito no era reconocido por la prensa.

Forero no dudó en calificar de “mal chiste” al Ejecutivo: “Tan ‘exitoso’ fue su sistema preventivo que decretará emergencia económica y sanitaria. Gustavo Petro y su gobierno son un mal chiste”.

Pese a las evidencias y al agravamiento de la situación, el presidente insiste en defender su gestión. Ahora, traslada la responsabilidad a otros actores, apuntando a la gobernadora de Tolima, Adriana Magali Matiz, por no colaborar con el Gobierno nacional. “La gobernadora del Tolima no nos ha ayudado, y no ha girado dineros de la gobernación para ayudar a detener el virus”, escribió Petro en su cuenta de X.

Las contradicciones del presidente, su insistencia en culpar a terceros y su negativa a asumir responsabilidades alimentan el malestar social y político, mientras el brote de fiebre amarilla continúa cobrando vidas y evidenciando la fragilidad del sistema de salud que el Gobierno aseguraba haber fortalecido.