
En un giro inesperado que ha dejado a muchos boquiabiertos, la Corte Constitucional ha decidido no aceptar la invitación del presidente Gustavo Petro para reunirse en la Casa de Nariño.
Este desaire no solo pone en evidencia la creciente distancia entre el mandatario y la institución, sino que también genera interrogantes sobre la efectividad de su gobierno.
Mientras Petro esperaba con ansias la reunión, los magistrados optaron por mantenerse alejados, como si estuvieran eligiendo entre un mal día o una reunión incómoda.
La negativa de la Corte parece reflejar una falta de sintonía y confianza, lo que podría tener repercusiones en la gobernabilidad y en la percepción pública del presidente.
Con este desplante, queda claro que la relación entre la Corte y el gobierno se encuentra en un punto crítico.
¿Estaremos ante el inicio de una lucha de poderes que podría sacudir los cimientos de la política colombiana? Solo el tiempo lo dirá, pero por ahora, Petro se enfrenta a un desafío monumental en su intento de unir a las diferentes ramas del poder.