Petro incluso elevó una solicitud a la Fiscalía General de la Nación para que investigue al presunto responsable, un gesto que ha sido interpretado por críticos como una injerencia en un caso que debería manejarse dentro de los parámetros normales de la ley, sin intervención presidencial directa.

El incidente, ocurrido el pasado miércoles 20 de noviembre en un vuelo de Barranquilla a Bogotá, ha sido ampliamente difundido en redes sociales por activistas afines al gobierno. Sin embargo, la gravedad de los hechos aún no ha sido corroborada por fuentes oficiales, lo que cuestiona la precipitación del presidente al etiquetar el suceso como un acto de "fascismo".

En lugar de priorizar soluciones a los problemas estructurales del país, Petro ha optado nuevamente por polarizar el debate público. Su intervención no solo banaliza términos históricos como “fascismo”, sino que también evidencia un uso político de situaciones individuales para reforzar su narrativa de confrontación con sectores que disienten de su gestión.

Mientras tanto, el país sigue enfrentando problemas graves, como la creciente inseguridad, el deterioro económico y la falta de avances en los acuerdos de paz.