Opinión
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Ni por el Sí ni por el No, los colombianos decentes no votamos en el plebiscito

Por Fabio Andrés Olarte Artunduaga, especial para NOVA.

Por Fabio Andrés Olarte Artunduaga, especial para NOVA

"¡Paisanos, por favor, no voten! ¡No se manchen ni sus manos ni su conciencia con más sangre o con impunidad!”

Colombia ha sido siempre un país polarizado, y por culpa del radicalismo de unos y otros es que llevamos viviendo más de dos siglos en guerra. Durante décadas se mataron entre conservadores y liberales, y hay casos en los que propios familiares acabaron con sus vidas entre sí. Los costeños, desde siempre, se odiaron con los bogotanos, y el regionalismo al parecer no se va a extinguir nunca de la mentalidad del colombiano promedio. Incluso, en algo tan banal como el fútbol podemos ver cómo es que se solucionan las diferencias entre impares, en Colombia: los hinchas del América y del Cali llevan años matándose, y eso que los muertos que han puesto rojos y verdes son todos oriundos del Valle del Cauca.

El plebiscito por la paz que se llevará a cabo el próximo dos de octubre, por supuesto, no es la excepción. Los colombianos, ahora, están más divididos que nunca. Dardos se lanzan entre mis compatriotas que, cegados como siempre por la falta de tolerancia y reflexión, creen que solamente sus copartidarios tienen razón, y que por consiguiente los otros no son más que unos asquerosos tartufos. Es más fuerte el odio que existe hoy entre santistas y uribistas, que el que existió hace poco entre guerrilleros y paramilitares.

Estoy convencido, la verdad sea dicha, de que en las urnas va a ganar el SÍ. La laboriosa estrategia comercial del presidente Juan Manuel Santos, que dicho sea de paso no es ningún santo –más allá de que en unos días o años le den el Nobel de la Paz-, atrapó a la mayoría de los colombianos. En pequeñas encuestas reales que he hecho a través de redes sociales, y dejando de lado las encuestas enormes manipuladas impúdicamente por los grandes medios de comunicación, ha quedado claro que el SÍ va a ganar el 2 de octubre, y lo va a hacer por paliza, casi de la misma forma en que ganó las elecciones presidenciales Uribe en el 2002, cuando el ahora defensor acérrimo del NO le sacó casi 18 puntos a su máximo perseguidor, el por entonces candidato liberal Horacio Serpa.

Sin embargo, los millones de colombianos que van a salir a votar por el SÍ o por el NO el próximo 2 de octubre olvidan que otros millones de colombianos ya no creemos en el voto, bajo ninguna circunstancia, pues nacimos en un país que lleva décadas eligiendo con los pies y no con la cabeza. Muchos, al parecer, todavía no entienden que nosotros, los colombianos decentes que no apoyamos ni a Uribe ni a Santos, no queremos participar de la payasada de salir a votar por un SÍ o por un NO, cuando sabemos que gane quien gane nuestro país continuará anclado a la miseria.

Por un lado aparecen los defensores acérrimos del SÍ al acuerdo entre el gobierno Santos y la guerrilla de la FARC que, a todas luces, es miserable y, en algunos puntos, hasta irrisorio. Y por el otro están los seguidores de la guerra que, en un país infinitamente retrogrado, ven como su máximo líder al más grande sátrapa de la historia de Colombia: Álvaro Uribe Vélez. Parece ser que a mis paisanos, por aquello de no perder la costumbre de exponer su amnesia severa, se les olvidó que hace apenas seis años Uribe y Santos eran como Batman y Robin, o sea eran el uno para el otro.

El cuento miserable que hace que hoy por hoy Colombia esté más dividida que nunca es uno solo: el que nos metieron en la cabeza los mercaderes de votos, o sea los políticos colombianos, que asegura que votar es un acto propio de un buen ciudadano. Nada más alejado de la realidad, pues no entiendo de qué le sirve a un conservador que mata a un liberal, o a un costeño que odia a un bogotano, o a un hincha del Cali que le lanza piedras a uno del América, votar cuando sabemos todos que él no es un buen integrante de una sociedad civil que, ahora más que nunca, necesita quitarse la venda de los ojos y empezar a tener criterio, y demostrarle a nuestra asquerosa clase política que ya no creemos en ellos, haciéndoles un desplante que nunca podrán olvidar: no saliendo a votar en masa.

¡Paisanos, por favor, no voten! ¡No se manchen ni sus manos ni su conciencia con más sangre o con impunidad! ¡Sean libres realmente y denle una patada en las nalgas a Uribe, Santos, “Timochenko” y todos los hampones que quieren que votemos por el SÍ o por el NO!

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